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dissabte, 30 de maig del 2020

¿Qué he aprendido?


Estoy deseando llevar al aula algunas de las actividades que se nos han propuesto a lo largo del trimestre. Por ejemplo, antes de cursar esta asignatura era, sin saberlo, una forofa de las constelaciones: no sabía que esa técnica de conectar las referencias a través de un hilo común y de sumergirse en inter- e hipotextos tuviera nombre, pero me resulta fascinante. Es una técnica inigualable para ensanchar horizontes y naufragar en un mar de referencias de manera casi lúdica. También tengo intención de sacar partido en mis clases a los portales de autoras de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, una propuesta que no se me había ocurrido antes de manera tan nítida como después de haberle prestado esta atención. Por otro lado, si tenía claro que la cuentística popular iba a tener un peso específico en mis clases, tras el viaje interestelar por El gato con botas ese propósito se ha robustecido. Por fin, las autobiobibliografías, con las que me he familiarizado recientemente, son otro de los grandes descubrimientos que llevaré a la práctica.
Por otro lado, he de decir que el reencuentro con la escritura creativa que han propiciado algunas de las actividades propuestas y que por mi parte es siempre bienvenido, me ha hecho revalorizar una práctica que tenía un tanto abandonada y que tengo intención de alimentar entre mi alumnado.
Creo que mi precaria competencia digital se ha disparado vertiginosamente en los últimos meses gracias a las actividades propuestas. Reconozco que me he sacudido algunos prejuicios. Tenía reticencias hacia algunos recursos digitales que ahora veo que pueden ser de enorme provecho didáctico: los MOOC y las videorreseñas son dos ejemplos.
Por otro lado, he afianzado conocimientos sobre muy diversos autores y conceptos a raíz de la realización concienzuda de las prácticas propuestas. He aprendido mucho volviendo a Clara Janés y adentrándome en el blog de Pedro C. Cerrillo Torremocha, par de manantiales de sabiduría. Salí de una clase con una lista interminable de cómics pendientes que sacaré de la biblioteca en cuanto reabra, y agradezco aquel campanillazo, porque me ha abierto un sugerente itinerario lector y eso no tiene precio. He disfrutado también de la inmersión en la literatura popular y de la manera en que hemos consolidado algunas nociones relativas a ella.
Ni qué decir tiene que he aprendido mucho, muchísimo, sobre gatos.
En el transcurso de las videollamadas, se han puesto sobre la mesa reflexiones que me han hecho meditar y debatir, como aquella sobre la alta cultura y la cultura de masas, y el vivir de espaldas a la realidad cultural que nos rodea. En fin, si tengo que elegir una de las meditaciones alentadas durante las clases, creo que la guinda del pastel fue aquella pregunta retórica: “universidad inteligente: ¿oxímoron o tautología?”  
No puedo sustraerme de las circunstancias en que hemos cursado la asignatura, a la tan precipitada como encomiable adaptación a la docencia virtual. Esta vivencia me ha alentado a aferrarme más si cabe a la preferencia por la enseñanza presencial. La socialización y la humanidad, sólo posibles si hay contacto entre personas, son una parte irrenunciable en los procesos de aprendizaje.
Una vez más, la literatura y la vida, en estas circunstancias, reverdecen entrelazadas: “Que por mayo era, por mayo…”.

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