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dijous, 28 de maig del 2020

La distancia social sigue en 2030 (Natalia Asensio)


Año de nuestro señor 2030 y la casa sin barrer. ¿Qué ha sido del aula tradicional? No sé, vino un virus y nos la arrebató. Ahora todos somos expertos en competencia digital. Que eso está muy bien, oye. Pero, ¿dónde están los niños? ¿Qué ha sido de sus escasos silencios mientras yo les daba la chapa? Ahora hablo con ellos a través de una pantalla fría, a veces pixelada. Igual tendría que pensar en formatear el portátil.

Llegar hasta esta competencia digital me ha costado sudor y lágrimas. ¿Te acuerdas de cuando embrujabas a los ordenadores? ¡Cómo no! Era bastante competente como bruja, pero poco más. Ahora incluso diseño páginas web. Y he conseguido que mis alumnos no escriban el cuerpo del mensaje en el asunto. ¡Toda una hazaña! Sus padres estaban hechos de otra pasta. Su interés por aprender a manejar las nuevas tecnologías se limitaba a sus propios intereses, cosa bastante normal. Eran genios en Instagram, TikTok y algunas más que no recuerdo. Sin embargo, no sabían qué era eso de mandar un archivo adjunto al profesor con los deberes de la semana. Sin duda se debía a que eso no formaba parte de sus intereses. Estos niños, sin embargo, han nacido con un byte bajo el brazo y nos dan a todos unas cuantas vueltas. Aunque… ¡echo tanto de menos el jaleo del aula!

Un día a la semana puedo interactuar con algunos de ellos sin una pantalla de por medio. Nunca son los mismos y no sé cómo se relacionan entre ellos. La chispa del aula se ha perdido. El trasto de cada clase se queda sin secuaces para llevar a cabo sus trastadas y eso me llena de tristeza. El que siempre está hablando con los compañeros que tiene a su alrededor se ha quedado sin tertulianos. Ahora, eso sí, todos aquellos que siempre han sido marginados viven felices sin un abusón que les mangonee constantemente. Siempre podemos sacar algo positivo.

Pero, ¡echo tanto de menos el jaleo del aula!

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