23 de mayo de 2030. Han pasado 10 años desde el desastre vivido. Como consecuencia: la sociedad ha cambiado.
Es hora de levantarse. Hoy tengo clase con los alumnos de 4º de ESO. Nunca me habría imaginado que estaría dando clase de esta forma, virtualmente. Pero después de lo vivido con el Covid-19, era de esperar que el mundo cambiase, y la educación no iba a ser menos. Ya empezamos a verlo durante la cuarentena vivida en 2020, todas las clases desde casa.
Menos mal que la vocación la tienes desde pequeña, pienso mientras me levanto y me preparo para mi clase. Intento siempre mirar el lado positivo de las cosas, y aunque no he sido nunca muy apañada con la tecnología, no ha quedado otra que ponerse manos a la obra y adaptarse.
Me hago un café, las costumbres no cambian. Cojo mi tablet y enciendo la aplicación con la que damos en el 2030 las clases, mucho más desarrollada que las que teníamos en 2020. Espero a que todos los alumnos se conecten, 15 en total, de diferentes puntos de la comunidad. Lo más surrealista es que solo pueden estudiar alumnos con una media de 8. Quien no obtenga esta nota, no podrá seguir avanzando cursos y tendrá que tener una adaptación.
Les digo a mis alumnos que se pongan todos las gafas de realidad virtual. Cuando nos las ponemos aparecemos todos juntos en una clase. Al menos esto me lleva a estar casi en un aula de verdad.
Terminamos la clase y hay que reconocer que el nivel de los alumnos ha avanzado bastante, también es normal si tienen que tener un 8 de media. Son más creativos, y eso me permite realizar muchas actividades dinámicas con mi materia.
Me levanto, cojo mi café y me dirijo a la ventana. Recuerdo mi etapa educativa, lo que me gustaba ir a clase. Me pongo nostálgica pensando en como hoy en día, solo 10 años después, ha cambiado el mundo, y nosotros.
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