13 de mayo de 2030.
Un poco mareada por el salto, Paloma20 se encontraba en mitad de un pasillo con las paredes muy decoradas. No podía creerse lo que veía. Al principio se le cayó una lágrima de emoción, reconocía aquel centro. Menos mal que estaban todos en clase y podría pasear tranquila. Luego recordó que las aulas tienen ventanales enormes de cristal y que tenía a toda la clase de 1º de la ESO mirándole fijamente con cara de extrañados.
Qué vergüenza. En seguida se apartó al rellano, donde no suele haber nadie (o solía), donde tampoco hay ventanas. No había tenido tiempo de fijarse en cómo eran los alumnos de aquella clase. No sabía si su aspecto era llamativo o podía pasar totalmente desapercibida. Cuántas incógnitas. En seguida le pudo la curiosidad. Subió las escaleras hacia el primer piso. Los carteles de hacía más de treinta años seguían allí. Los cuadros con los graduados y los viajes de fin de curso también se mantenían. Pero ahora toda esa decoración estaba acompañada de pantallas interactivas. Las normas de convivencia iban pasando por diapositivas silenciosas, vídeos sobre cómo reciclar, imágenes de los patios... todo aquello aparecía en esas pequeñas pantallas.
Cuando ya estaba paseando por el pasillo del primer piso (ya le daba igual que le vieran tras los ventanales de las aulas, sabía que si paseaba como si nada nadie le llamaría la atención, ese centro suele acoger a muchos alumnos en prácticas) de repente sonó una puerta abriéndose. Pudo fijarse antes de verle la cara a Paloma30 que la puerta se había abierto con un sistema digital. Qué diferente suenan los aparatos tecnológicos de los tradicionales ¿se acordaría alguien en aquel Alicante de cómo sonaba una puerta chirriante?
Poco duró ese instante de reflexión en la evolución de la era digital. Paloma salía de su aula (cada profesor tenía un aula, los alumnos eran quienes iban cambiando según qué les tocaba, así cada profesor podía adecuar su espacio según las necesidades). En el primer cruce de miradas, Paloma20 sintió que le había pillado. "No me lo puedo creer" "Qué poco he durado", pensó.
- Hola, ¿necesitas algo?
Perfecto, no le había reconocido. Era el momento de actuar.
- Hola, perdona, estoy buscando a Paloma. Soy una alumna en prácticas y mi tutor no ha venido hoy, quería saber si podía entrar a tu clase a ver cómo es.
"Por favor, que no me pregunte quién es mi tutor, no sé si Antonio o Pedro siguen trabajando aquí. Además, no sé de qué soy profesora finalmente".
- ¡Ah! Claro. Justo ahora no tengo clase. Voy a aprovechar para imprimir unas fichas para la clase de después. Espérame aquí si quieres, te abro.
- Gracias.
Misión cumplida. Paloma30 puso su huella sobre una pequeña pantalla de reconocimiento, aunque Paloma20 pudo ver que también había sistema manual. Menos mal. Con una sonrisa le despidió: "Ahora vengo, no te preocupes, son diez minutos. Puedes sentarte en la primera silla de la ventana"
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