CAP 1.
Aquella fue la excusa perfecta. Hacía años que Miguel le venía insistiendo sobre usar su habilidad de viajar en el tiempo para ir al futuro, ya que hasta ahora solo la había utilizado para hacer breves visitas al pasado que no supusieran nada para el transcurso de la historia: paseos por las calles de París en 1980, frecuentar el Cafe de Flore a ver si coincidía con el filósofo del momento y aprovechar para decirle "Valora más a Simone". Otras veces había aprovechado para sentarse sobre las ruinas de Pnyx y observar a Platón y Aristóteles discutir sobre la unión de alma y cuerpo y, en el más atrevido de los casos, para esperar a Colón desde tierras canarias y reírse un poco de aquella tripulación.
En definitiva, Paloma siempre supo que debía utilizar su habilidad con una cautela extrema y nunca se la había jugado demasiado. Pero entonces José les hizo aquella propuesta: "Plantearos cómo será la educación en 2030 y sobre todo cómo seréis vosotros como docentes. Después, escribid un breve relato sobre ello".
Miguel la llamó enseguida, como siempre.
- ¿Qué? ¿en serio? ¿justo ahora en plena pandemia? ¿y si viajas diez años y seguimos confinados? Vas a volver hecha polvo.
- Por Dios, ¿cómo vamos a seguir confinados? No seas augurios anda.
- ¿Qué ha sido lo que te ha hecho decidirte?
- Llevo años enfocando mis intenciones de futuro hacia la Filosofía. Me ha costado un curso entero, pero por fin lo tengo claro. He comprendido que enseñene lo que enseñe, voy a ser profesora. De verdad que me encantaría poder decirte esto en persona y darte una abrazo...
La videollamada duró dos horas más de los pros y los contras sobre hacer una visita a un futuro "cercano". La práctica número nueve (y la última de la asignatura) le había inspirado para dar el paso.
Paloma iba a viajar al 2030 para ver su labor como docente. Se pasó toda la tarde preparándose y concienciándose. Lo haría la mañana siguiente, puesto que en una vida normal y no de confinamiento todavía estarían entre semana de un calendario escolar. Era perfecto. Tuvo que hacerse un cambio radical de look para que su plan funcionara sin peros: pelo extremadamente corto, de un color azul eléctrico, lentillas de colores, gafas, algún lunar postizo por la cara e incluso algún retoque en los dientes. Evidentemente, esa noche no pudo dormir. Dio vueltas y más vueltas haciéndose preguntas: "¿Como seré?" "¿Habré cambiado mi actitud?" "¿Y si sufrí un accidente?" "¿Sufrí o sufriré?" "Ay, Dios..."
Sin darse cuenta ya eran las seis de la mañana. Se puso en pie, comió algo e hizo todos los rituales antes del salto en el tiempo: buscar dónde estaba la Paloma de 2030 un 13 de mayo, en qué centro trabajaba y qué horarios tenía. Iba a fingir ser una alumna de prácticas para poder colarse en la clase de la profesora Paloma. Le diría que el profesor que le habían asignado como tutor ese día no estaba y si la Paloma del futuro era tan enrollada como la del presente, no creía que hubiera ningún problema y seguro que con gusto le dejaría pasar. No sabía si el cambio de look radical que se había hecho sería suficiente para que no le reconociera. Esto iba a ser algo muy gordo.
Había que probar suerte, y así lo hizo. Se metió en la bañera, puso un pie en el sumidero, cerró los ojos, chasqueó los dedos cuatro veces y...
13 de mayo de 2030.
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