Estas son las principales herramientas digitales que utilizo
para estudiar e investigar:
1. El procesador de textos Word, que ahora utilizo a diario para redactar trabajos, empecé a
emplearlo con regularidad desde que ingresé en la Universidad. Hasta entonces,
lo había usado de manera muy puntual. Lo descubrí en clase de informática, en
el instituto.
2. Desgraciadamente, descubrí Dialnet tarde y de pura chiripa. ¡Me habría gustado haber contado
con esta herramienta desde el primer año de carrera! Desde que supe de su
existencia, recurro a ella para investigar y para hacer trabajos académicos.
3. REBIUN, la
editorial Taylor and Francis y otros
catálogos y recursos bibliográficos, que luego me fueron tan útiles, los
descubrí todavía después, cuando hice un máster de investigación. Desde
entonces los he utilizado con mucha frecuencia, sobre todo cuando he estado
volcada en la investigación. Persée y
Openedition son dos plataformas de
difusión de artículos académicos con las que me familiaricé hará algo más de un
año y que utilizaba casi a diario antes de matricularme en el Máster de
Educación.
4. Hasta entonces, hasta que descubrí todos estos catálogos
y bases de datos, mi herramienta informática más preciada de búsqueda de
información fue el catálogo digital de
la BUA. En cuanto venza mi última sanción, volverá a serlo. En realidad, en
cuanto descubro un título o un autor que me interesan, lo primero que hago es
comprobar su disponibilidad en el catálogo de la biblioteca universitaria.
5. La Biblioteca
Virtual Miguel de Cervantes, ese prodigio que se obró en la UA, la descubrí
el primer día de clase en la Universidad, ya que, si no recuerdo mal, los lunes
teníamos Ilustración y Romanticismo. He leído a menudo obras completas y
antologías en la Cervantes Virtual: a Carmen Conde, a Luis García Montero, a
Juan Arolas, por ejemplo, recuerdo haberlos leído a través de la Biblioteca
Digital. También diversos artículos sobre literatura, a lo largo de la carrera
y una vez finalizada.
6. A diario consulto el DLE
de la RAE en línea. Al principio era reacia a bailarle el agua a esta
institución, por la cantidad de dialectalismos que utilizo a diario que no
contempla. Sentía, en cierto modo, que mi idioma quedaba excluido del
diccionario. Las definiciones circulares con las que tropecé un par de veces
seguidas tampoco eran santo de mi devoción. Pero según fui detectando lo
extendido que estaba el clima “antirrae” en la Facultad, me replanteé mi
postura y me dejé seducir por el proyecto panhispánico. Entonces fue cuando
empecé a consultarla con más frecuencia y mayor admiración.
7. A lo largo de los años, desde que empecé la carrera, y de
manera más esporádica que recurrente, he escuchado conferencias sobre literatura y otros temas culturales en diversas
plataformas de difusión cultural: la Fundación
Juan March (¡aquí descubrí a Francisco Rico!), el CeMaB (inolvidable la charla de Roa Bastos) o Documentos, el programa
de RNE, son algunas de ellas.
8. El blog de Antonio
M. Carrasco sobre novela colonial hispanoafricana (http://novela-colonial-hispanoafricana.blogspot.com/)
me vino de perlas para investigar. Es una suerte que uno de los mayores
expertos en la materia haya tenido la generosidad de publicar en la red de
manera altruista los resultados de sus lecturas y tan laboriosas pesquisas. Lo
descubrí cuando empecé a investigar sobre este tema, sobre el que apenas hay
bibliografía.
9. Desde hace unos tres años consulto la Fundéu. A veces pienso que más de lo
deseable… No sé si llamarlo “ignorancia” o “conciencia ortográfica”.
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